¿𝑪𝒐𝒏𝒐𝒄𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝒕𝒓𝒂𝒃𝒂𝒋𝒐 𝒎𝒂́𝒔 𝒏𝒐𝒃𝒍𝒆?
Sólo quien muestre el Corazón y la Fuerza, está destinado a ser Oficial en turno, y hacer las veces del Segundo que Vigila. Éste solo puede ser aquel, que contiene el talento del símil para 𝑙𝑖𝑑𝑖𝑎𝑟 𝑐𝑜𝑛 𝑇𝑜𝑟𝑜𝑠.
Si recordamos nuestros primeros días de nacidos, no podemos negar alguna de las siguientes fases: egos desmedidos, soberbia desbordada, grotescos, groseros, sobrados, vulgares, engrandecidos. En fin, de 𝒕𝒐𝒔𝒄𝒐 𝒔𝒂𝒚𝒂𝒍, 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐫𝐞𝐜𝐢𝐭𝐚 𝐃𝐚𝐫𝐢́𝐨.
Y sin embargo, por ese mismo Corazón, el Oficial comprende lo que está 𝑏𝑜𝑟𝑑𝑎𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑂𝑟𝑜; 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒅 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒏𝒊𝒏̃𝒐𝒔 𝒔𝒆 𝒂𝒄𝒆𝒓𝒒𝒖𝒆𝒏 𝒂 𝒎𝒊́, y es en el mismo apotegma que se sostiene, y observa 𝑳𝒂 𝑴𝒂𝒔𝒄𝒂𝒓𝒂𝒅𝒂, reduciendo su encomiable labor 𝑎 𝑡𝑟𝑎𝑡𝑎𝑟 𝑐𝑜𝑛 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝐴𝑚𝑜𝑟, a cada uno de los Aprendices.
Así es que inicia administrándoles la Docencia, orientándolos y “𝑣𝑖𝑠𝑡𝑖𝑒́𝑛𝑑𝑜𝑙𝑜𝑠” para 𝑝𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑡𝑎𝑟𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑢𝑎́𝑙 𝑚𝑎𝑑𝑟𝑒 𝑎𝑚𝑜𝑟𝑜𝑠𝑎 𝑒𝑛 𝑢𝑛 𝑑𝑜𝑚𝑖𝑛𝑔𝑜, a un Primer Vigilante, el que seguramente, no permitirá verlos sentados en su mesa, compartiendo el Pan y la Sal, a menos que 𝐁𝐫𝐢𝐥𝐥𝐞𝐧; tanto en sus pasos y ropas, cómo en su mirada, verbo y sonrisa.